Víctima de mis hormonas. Hora de postear. Volver.

Detesto en cada post, enumerar la cantidad de cosas que he dejado de postear, de las imágenes que me hubiera gustado tomar o peor tantito de las frases y anécdotas sentimentaloides de esta chica clasemediera, aún con esperanzas algunas en la humanidad.

Así que, me limitaré a dedicar este post a los marineros que hace una noche hacían el amor en el piso de arriba. No los conozco de físico, nunca les he visto en vivo y lo más que sé -ahora- de ellos es la forma de rechinar de los resortes descompuestos de su cama, de como los sonidos penetraban hasta la planta baja, en donde nosotros...


El señor y la señora marineros, según cuenta el vecino de la planta baja nunca habían hecho tal escándalo en año y medio de conocerse de piso a piso. Por un momento me invadió la sospecha y mortificación de que algún marino de corbatín rayado en rojo, azul y blanco, entiéndase él o ella había aprovechado las vacaciones del otro para probar suerte con alguien más, pero nel, eso ya fue muy telenovelesco. Pensemos que la más de media hora de rechinido no constante era entre ellos. El señor y la señora marinero.

"Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida.
tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenen mi soñar..."

A ellos y a su ir y venir, les dedico mi día de pachichez, consecuencia y capricho de las hormonas que hoy todo el día me dieron sorpresas. Y pues obvio al amable taxista que me regresó a casa y que juntos escuchamos y cantamos -cada uno hacia su ventana- este rolonononón*

"...guardo escondido una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón"

Prometo en un próximo post 1000 veces más feliz comentar sobre esta expresión de rolonononón. ji ji anticipado.

Por lo mientras, quédense con Gardel.