jueves, enero 29, 2009

¡Cortes gratis!

Si, cortes de cabello completamente gratis. El acto de cortarse uno mismo el cabello siempre me ha parecido sumamente natural, una onda de cocinar la propia comida al gusto y con el toque perfecto de pimienta.

Durante un periodo no muy prolongado de mi juventú me corté, pinté, decoloré e hice chicle (literalmete) mi cabellera. El azul, rojo, magenta, flecos cortos y más cortos y mechones por acá y por allá fueron orgullosamente factura de una combinación de tijeras barrilito, con de pollero y tijeras especializadas para cortes precisos de telas.Todos los estilos guiados y orquestados por mis manos y un espejo. Un día, decidí darle la oportunidad a alguno que otro estilista de probar sus habilidades y dotar de una forma locoshona o diferente a mi cabellera, un fracazo total. Los cortes de super moda y que me proponían me daban look de ñora juvenil y así opté por irme a cortar el cabello a una estética baratona y yo terminar el look en mi casa.

Ultimamente traía muchas ganas de dejar crecer mi cabellera y así, desde agosto no la tocaba, si acaso me despuntaba el fleco o me quitaba uno que otro mechón pero nada radical. Hasta... hasta hoy... que sí, salí de mi casa con la cabellera vaporizante después de mi ducha de relajación y reflexión, me lo amarré, lo desamarré, puse pasadores y el calor y la comezón no me dejaban.

Fui a mi comida gratamente patrocinada por cinépolis y pues regresar de masaryk a las 5pm y con el ánimo básicamente por los suelos y en un estado de pachichez absoluta, hice lo que el 90% de las mujeres acaloradas y con vacíos existenciales hacen: correr a su estilista más cercano.

Y sí, a una cuadra de mi trabajo ¡cortes gratis! que porque es escuela y así. Nunca he temido porque un corte de plano me quede horrendo, así que me puse en manos de una inexpertisisisisisima pero respetable señora de unos 50 años, ama de casa en busca de aprender y así poner su changarro de Estética unisex... ps nomás no daba una, la mano le temblaba, no entendía lo que le decía su simpático profe y la navaja.

Oficialmente fui nombrada la chica con más cabellera que ha pisado esa estética. Después de una hora la escena era: yo seguía leyendo las revistas de chismes, de lado izquierdo el profe de-gra-fi-la-ba, del lado derecho la respetable emprendedora de-gra-fi-la-ba y la mera mera dueña del lugar que estaba sorprendida por tantíiiiiiisima cabellera, agarraba mechones de por donde podía y... adivinen... ¡si!.. de-gra-fi-la-ba.

Ahora los 5 meses de inversión en cabellera se han ido al bote de basura de la linda estética y creo que tengo un nuevo look super de-gra-fi-la-do. I like it.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Foto, foto, foto!

Cortarse el cabello, así como ir de shopping es una frivolidad que irremediablemente le alza el ánimo a cualquier chica en estado de pachichez. Pero usté mi reina, lo hace como todo lo que hace, derrochando un estílo único y envidiable de cualquiera en búsca de personalidad.

Unos beshosh

Karate Pig dijo...

jejeje yo siempre pensé que te lo cortaba tu carnal el glamourosisimo, o al menos dejaba un plano con las indicaciones adecuadas