Mis más escalofriantes recuerdos vienen de la secu, en donde el plan era: niños contra niñas y niñas contra Paulina. Un buen día me harté y me “rebelé” haciendo de mi mejor amiga a Gina la asesina (si, la que mató a su papá en contubernio con la mamá solapadora y que unos meses más tarde fuera arrestada) y entonces gané un poco de respeto. Cuando Gina fue a los deparos, volví a no tener amiga y los malos del grupo decidieron aplicarme la Ley del hielo.
Digo, si tenía una amiga de repuesto, “la osa” o “Screech Powers” por su gran parecido al de salvados por la campana, pero la verdad ni nos queríamos tanto. Me sentaba en el recreo a comer todos las aperitivos y comida chatarra de nuestra bien surtida cooperativa escolar-que incluían los dulces maravilla que tronaban en la boca-, y a filosofar en lo mala que era para jugar volley ball, hasta que las de fut –que iban en tercero- me invitaron al equipo, así que en los recreos ya tenía gran terapia ocupacional y resulté mucho mejor que para el volley. Razón que me llevó a algunas de las envidiadas fiestas de los de TER-CE-RO, en donde enfundados en ropas de cuero, bebían cerveza y fumaban delicados en casa de José Luis, que se convertiría en mi único –junto con Leonardo- y gran amigo de la secundaria.
Entonces la escalofriante Ley del hielo me hacía lo que el viento a Juárez, hasta que a todos se les olvido o se la aplicaron a otro incauto. Eso no quita las repercusiones psicológicas a futuro.
Ayer, volví a sentir esa tristeza-compungimiento, aunque ahora con una gran carga de recelo, porque después de muchos años transcurridos me volvieron a aplicar la Ley del Hielo. Las circunstancias ahora son otras. Resulta que mi presencia, mis comentarios y demás formas de comunicación le son detestables, reprobables e indignas a la... a la...( bueno aquí va una palabra que no quiero escribir) son reprobables para la “mujercita” de un joven músico.
Una sola vez la he visto, y creo que es bella. Fui cortés y ni bocado probé del desayuno que había llevado a los presentes. Es pianista, tejedora de macramés y tiene la capacidad –dicen por ahí- de dar fama, dinero y presencia aaarrrtística a aquél joven músico que diplomáticamente me pidió distancia física, me desinvitó de lo invitado, y mató así de tajo, todo trato con la chica de “malévolas intenciones”- yo mera- y reprobada por la pianista.
Así, hago manifiesto mi repulsión a los pinches que manipulan, y a los más pinches que obedecen los decretos y artículos de la Ley del Hielo vigente hasta nuestros días.
Y resulta ahora, que soy yo la radical cuasi terrorista, por aplicar la Ley del Hielo plus* que consiste en: no nos conocemos. La Ley del Hielo plus*, acaba de ser aprobada, y si no me cree corra a la notaría más cercana a que le den un sellito o al Institituto de salud más confiable a verificar que ya es todo una cuestión de sanidad aprobada e incluida en la canasta básica del prevenIMSS. No hay vacuna ni cura.
Así, cuando este post sea un post sin sentido, por que no entienda el motivo, por que no habrá motivo, por que no te conozco ni sabré de tu existencia, este post pasará a mejor vida y se autodestruirá. Cualquier error, voy a la Profeco y ya. Y si este post usted lo lee como escrito por una ardida, enojada, recelosa y triste chic en aprietos, pues si, lo estoy. Bueno nomás tantito.
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3 comentarios:
¿Qué?
¿Cuál músico, tú?
Ni sabía que conocías a algún músico.
Ayyyyy, es un estuche de monerías, nomás le falta saber equitación, repostería y hablar francés desde los 5 años.
¡A la burguer! Aunque los tiempos han cambiado y las novias ya comienzan a ser obstáculos -antes sólo eran un grado de dificultad, un trofeo-, aún somos jóvenes.
I (corazoncito) "La ley del hielo plus"
¡Mujeres! Digo las que son muy perfectas. ¡Mujeres!
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